Para librarte del mal camino, De los hombres que hablan perversidades,
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,