Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.
Ahora, pues, hijos, oídme, Y bienaventurados los que guardan mis caminos.
Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas.