Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,
El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos;