y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis.
Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.
y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.
Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,
Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.
Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.
Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.