Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
Ahora está turbada mi alma; їy qué diré? їPadre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.
Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.