¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento, Y se alzasen igualmente en balanza!
Porque pesarían ahora más que la arena del mar; Por eso mis palabras han sido precipitadas.
Nunca tal acontezca que yo os justifique; Hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad.
Mi justicia tengo asida, y no la cederé; No me reprochará mi corazón en todos mis días.
TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.