Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre; Déjame, pues, porque mis días son vanidad.
їHasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?
Si yo dijere: Olvidaré mi queja, Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré,
El hombre nacido de mujer, Corto de días, y hastiado de sinsabores,
Soy, pues, como un hombre que no oye, Y en cuya boca no hay reprensiones.