Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad.
La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.
Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido;
sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán;
sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados;
sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte;
sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas.
La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día.
Y quitará totalmente los ídolos.
Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.
Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase,
y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra.
Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque їde qué es él estimado?
Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, їcuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?
Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.
Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.
Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.