Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.
Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.