Mis parientes se detuvieron, Y mis conocidos se olvidaron de mí.
Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; Forastero fui yo a sus ojos.
Llamé a mi siervo, y no respondió; De mi propia boca le suplicaba.
Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
Aun los muchachos me menospreciaron; Al levantarme, hablaban contra mí.
Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, Y los que yo amaba se volvieron contra mí.
Me abominan, se alejan de mí, Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
A la mano derecha se levantó el populacho; Empujaron mis pies, Y prepararon contra mí caminos de perdición.
También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.