De la destrucción y del hambre te reirás, Y no temerás de las fieras del campo;
Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.