Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.
Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él.
Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.
Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase.
Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.