¡Oh tierra! no cubras mi sangre, Y no haya lugar para mi clamor.
Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes.
Porque he aquí, Jehová sale de su lugar, y descenderá y hollará las alturas de la tierra.
De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares,