Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos.
Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron.
Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte.
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!