Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;
Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera.
Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. їHasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?
їCómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías.
Como caballos bien alimentados, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo.
їQué derecho tiene mi amada en mi casa, habiendo hecho muchas abominaciones? їCrees que los sacrificios y las carnes santificadas de las víctimas pueden evitarte el castigo? їPuedes gloriarte de eso?
En tu inmunda lujuria padecerás, porque te limpié, y tú no te limpiaste de tu inmundicia; nunca más te limpiarás, hasta que yo sacie mi ira sobre ti.
Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejarte; se encendió mi enojo contra ellos, hasta que no pudieron alcanzar purificación.