sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.
Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Serás librado de la mujer extraña, De la ajena que halaga con sus palabras,
La cual abandona al compañero de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios.
Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, Y sus veredas hacia los muertos;
Todos los que a ella se lleguen, no volverán, Ni seguirán otra vez los senderos de la vida.
Así andarás por el camino de los buenos, Y seguirás las veredas de los justos;
Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella,
Mas los impíos serán cortados de la tierra, Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;
Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como espada de dos filos.
Escápate como gacela de la mano del cazador, Y como ave de la mano del que arma lazos.
Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros,
Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios.
Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; Aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella.
No des a las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.
Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.
He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón;