El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.
Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos, Así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad.
También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;