En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah
Subió Dios con júbilo, Jehová con sonido de trompeta.
Cantad a Dios, cantad; Cantad a nuestro Rey, cantad;
Porque Dios es el Rey de toda la tierra; Cantad con inteligencia.
Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer.
Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha.
Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.
Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás,
y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.
Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.
Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.
Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte,
y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos,
que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.
Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: їNo respondes nada? їQué testifican éstos contra ti?
Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.
Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! їQué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
їQué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!
Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte.
Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.
Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: їEres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.
Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.
Pilato entonces le dijo: їNo oyes cuántas cosas testifican contra ti?
Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.
Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.
Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.
Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús.
Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).
Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.