Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas,
Bendito sea Jehová, Que oyó la voz de mis ruegos.
Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos.