De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón.
Castígalos, oh Dios; Caigan por sus mismos consejos; Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera, Porque se rebelaron contra ti.
Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí;
Serás librado de la mujer extraña, De la ajena que halaga con sus palabras,
Saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca dice paz a su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas.
Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.
El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.