Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
їNo son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?