El que anda en chismes descubre el secreto; Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.
El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
El malo está atento al labio inicuo; Y el mentiroso escucha la lengua detractora.
Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.