Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, їquiénes son, y de dónde han venido?