De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.
Si yo le invocara, y él me respondiese, Aún no creeré que haya escuchado mi voz.
Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! їHasta cuándo he de estar con vosotros? їHasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron.
Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.