Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.