Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen.
Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz.
Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte.
En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Para que sea conocido en la tierra tu camino, En todas las naciones tu salvación.
Te alaben los pueblos, oh Dios; Todos los pueblos te alaben.
No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.