Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.