Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
Me acordaba de Dios, y me conmovía; Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah
No me dejabas pegar los ojos; Estaba yo quebrantado, y no hablaba.
Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos.
Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón, Y mi espíritu inquiría:
їDesechará el Señor para siempre, Y no volverá más a sernos propicio?