Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.
Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.
Él me ha puesto por refrán de pueblos, Y delante de ellos he sido como tamboril.