Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos.
Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo.
El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche; preguntad si queréis, preguntad; volved, venid.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;