Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria.
їPor qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre?
їPor qué se da luz al trabajado, Y vida a los de ánimo amargado,
Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.
Yacemos en nuestra confusión, y nuestra afrenta nos cubre; porque pecamos contra Jehová nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este día, y no hemos escuchado la voz de Jehová nuestro Dios.
Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.
Me guió y me llevó en tinieblas, y no en luz;