Tú quebrantaste a Rahab como a herido de muerte; Con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.
El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: їPara quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.