Hechos de los apóstoles 22:3
Hechos de los apóstoles 22:4
Hechos de los apóstoles 22:5
Hechos de los apóstoles 22:6
Hechos de los apóstoles 22:7
Hechos de los apóstoles 22:8
Hechos de los apóstoles 22:9
Hechos de los apóstoles 22:10
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Hechos de los apóstoles 22:12
Hechos de los apóstoles 22:13
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Hechos de los apóstoles 22:15
Hechos de los apóstoles 22:16
Hechos de los apóstoles 22:17
Hechos de los apóstoles 22:18
Hechos de los apóstoles 22:19
Hechos de los apóstoles 22:20
Hechos de los apóstoles 22:21
Hechos de los apóstoles 26:9
Hechos de los apóstoles 26:10
Hechos de los apóstoles 26:11
Hechos de los apóstoles 26:12
Hechos de los apóstoles 26:13
Hechos de los apóstoles 26:14
Hechos de los apóstoles 26:15
Hechos de los apóstoles 26:16
Hechos de los apóstoles 26:17
Hechos de los apóstoles 26:18
Hechos de los apóstoles 26:19
Hechos de los apóstoles 26:20
Hechos de los apóstoles 8:3
Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.
Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;
como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;
y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, їpor qué me persigues?
Yo entonces respondí: їQuién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.
Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.
Y dije: їQué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.
Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Ahora, pues, їpor qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis.
Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti;
y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.
Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret;
lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto.
Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.
Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes,
cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo.
Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, їpor qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
Yo entonces dije: їQuién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti,
librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío,
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial,
sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.