Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.
Me sobrevino un espanto y un temblor, Que estremeció todos mis huesos;
Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.
Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.