Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo:
Sacrificios de paz había prometido, Hoy he pagado mis votos;
Por tanto, he salido a encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.
He adornado mi cama con colchas Recamadas con cordoncillo de Egipto;
He perfumado mi cámara Con mirra, áloes y canela.
Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; Alegrémonos en amores.
Porque el marido no está en casa; Se ha ido a un largo viaje.
La bolsa de dinero llevó en su mano; El día señalado volverá a su casa.
Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios.
Al punto se marchó tras ella, Como va el buey al degolladero, Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
Como el ave que se apresura a la red, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón.
Ahora pues, hijos, oídme, Y estad atentos a las razones de mi boca.
No se aparte tu corazón a sus caminos; No yerres en sus veredas.