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Si pecaren contra ti, (pues no hay hombre que no peque,) y te enojares contra ellos, y los entregares delante de sus enemigos, para que los que los tomaren los lleven cautivos a tierra de enemigos, lejos o cerca,
їQué cosa es el hombre para que sea limpio, Y para que se justifique el nacido de mujer?
He aquí, en sus santos no confía, Y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos;
їCuánto menos el hombre abominable y vil, Que bebe la iniquidad como agua?
їQuién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?
Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.