Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí; Sana mi alma, porque contra ti he pecado.
En esto conoceré que te he agradado, Que mi enemigo no se huelgue de mí.
Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá.
Firme es tu trono desde entonces; Tú eres eternamente.
Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. їPor qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?