El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.
Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar,
Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano; Nuestros ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;