Si puse en el oro mi esperanza, Y dije al oro: Mi confianza eres tú;
Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.
Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.
No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; Mas la justicia librará de muerte.
El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas.
Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!