Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;
Para que te guarden de la mala mujer, De la blandura de la lengua de la mujer extraña.
Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras.
Porque abismo profundo es la ramera, Y pozo angosto la extraña.