Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa.
Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque la tierra será desolada.
Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles; Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.