A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.
No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.