y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso.
De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero, Y se rompe como odres nuevos.
porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.