ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.
Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad;
está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas,
Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido;
que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad,
y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.