y quemará toda su grosura sobre el altar, como la grosura del sacrificio de paz; así el sacerdote hará por él la expiación de su pecado, y tendrá perdón.
Y si no tuviere lo suficiente para un cordero, traerá a Jehová en expiación por su pecado que cometió, dos tórtolas o dos palominos, el uno para expiación, y el otro para holocausto.
Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor
(como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor),
y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.