Porque lo has bendecido para siempre; Lo llenaste de alegría con tu presencia.
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,