Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel “el rostro de Dios”; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.
y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.
Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.
Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.