Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien.
Te cubriste de nube para que no pasase la oración nuestra;