De la luz será lanzado a las tinieblas, Y echado fuera del mundo.
Le eleva el solano, y se va; Y tempestad lo arrebatará de su lugar.
Dios, pues, descargará sobre él, y no perdonará; Hará él por huir de su mano.
Batirán las manos sobre él, Y desde su lugar le silbarán.
Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.
Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.
Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová, Tu verdad también en la congregación de los santos.
Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y su fortaleza, y los que la ponen en apretura.