Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza.
Si él derriba, no hay quien edifique; Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.
Los olvidará el seno materno; de ellos sentirán los gusanos dulzura; Nunca más habrá de ellos memoria, Y como un árbol los impíos serán quebrantados.